martes, enero 02, 2007

Jueces progresistas tildan la Misa del nuevo año judicial de «viciosa práctica anticonstitucional»

En un artículo, la asociación JpD ironiza con la «filiación integrista» de monseñor Rouco Varela

Si hace pocos días era un grupo de letrados el que abogaba por suprimir cualquier símbolo religioso de la sede del Colegio y de los actos institucionales -que cosechó un sonoro fracaso en la asamblea-, ahora es la asociación Jueces para la Democracia la que arremete contra la tradicional misa de apertura del año judicial, a la que no duda en definir como «viciosa práctica preconstitucional e incluso anticonstitucional», o el mero hecho de que en el salón de actos del tribunal Supremo esté presente un crucifijo y unos evangelios. Y, para terminar, se reclama la intervención del Servicio de Inspección en este asunto y se tacha de «homilía» algún informe del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

Esas consideraciones se reflejan en la sección «Apuntes» de la última revista de Jueces para la Democracia, sección a cargo de los magistrados Perfecto Andrés Ibáñez -miembro de la Sala Penal del Supremo-, Jesús Fernández Entralgo -recién nombrado presidente de la Audiencia de Jaén- y Alberto Jorge Barreiro -magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid-. El artículo, titulado «Algo más que colindantes», comienza con una crítica a Francisco Hernando por el citado acto de inicio del año judicial. «En vísperas del acto solemne de apertura del año judicial, el presidente del Tribunal Supremo reincidió en una viciosa práctica preconstitucional e incluso anticonstitucional: organizar una misa en la iglesia de Las Salesas, contigua al palacio de justicia, para inmediatamente antes del acto oficial». Y, aprovechando la ocasión, los jueces «progresistas» también opinan sobre el celebrante: «La ceremonia, por cierto, corrió a cargo del cardenal Rouco Varela, de conocida filiación integrista».

En relación con el citado acto, el artículo lamenta que, en «un atávico arrastre de posible ascendencia tridentina, de secular arraigo, haya quien entre nosotros -jueces y magistrados- quite importancia a tal suerte de groseras violaciones de la conciencia individual, cuando la realidad es que la tienen». Entre otras, se afirma «como indicadores de la absoluta falta de sensibilidad constitucional y de una patente incapacidad para el respeto a la libertad ideológica de los demás».

Así, se afirma que «cuesta entender que a estas alturas continúe habiendo jueces que emprenden cruzadas tan pintorescas», aunque, se especifica posteriormente, no sorprende «si se observa que en lo más alto del Consejo y del Supremo se franquean, del burdo modo que acaba de ilustrarse, los límites de separación de la Iglesia con el Estado».

Posteriormente, denuncia el artículo que esas «confesionales querencias» se manifiestan también, «con idéntica impropiedad», en la «liturgia de iniciación al rol más alto del escalafón -judicial-,cuando a la mesa del salón de plenos (des)luce de altar, presidida por un enorme crucifijo y un potente ejemplar de los evangelios en un atril catedralicio, que arrinconan a la Constitución, único símbolo legitimado para regir tal clase de actos».

En «excentricidades» como las citadas, afirma la asociación de jueces y magistrados continuando con esos «apuntes», brilla el «indelicado afán de unos por imponer el propio credo religioso en terreno ajeno; y la irresistible tendencia de otros a seguir vegetando a la sombra del ‘brazo secular’».
Así no resulta extraño, concluye en este punto, «que ciertas resoluciones, como algún informe del propio Consejo General del Poder Judicial, se travistan de homilía».

«Mira sólo hacia Cantabria»

Por otro lado, los redactores del artículo vienen a reclamar que el Servicio de Inspección del CGPJ intervenga por esos motivos a los que alude anteriormente, y no sólo respecto al juez de Cantabria que, en una de sus resoluciones, aconsejó a dos cónyuges que presentaron demanda de separación poner «en medio -de los dos- la fuerza de Jesucristo» para intentar la reconciliciación.

Tras considerar este asunto como «(sub)cultural» y poner en duda la idoneidad para administrar Justicia «de quien incurre en semejantes aberraciones», se hace una recomendación al magistrado en cuestión en unos términos muy directos: «Hay tantas sedes parroquiales vacantes, y el diaconado es una opción asequible a cualquier sujeto piadoso con vocación de apóstol». Lo que no se comprende, concluye el artículo del órgano de difusión de Jueces para la Democracia, «es por qué el Servicio de Inspección mira sólo hacia Cantabria».

Fuente: La Razón

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